Viendo Pilatos que todo era
inútil, sino que, al contrario, se iba formando un tumulto, mandó traer agua y
se lavó las manos ante el pueblo diciendo "Soy inocente de esta sangre
¡Allá vosotros!" Y todo el pueblo respondió: "Caiga su sangre sobre
nosotros y nuestros hijos" Entonces les soltó a Barrabás y entregó a
Jesús, después de mandarlo azotar, para que lo crucificaran. Mateo
27, 24-26
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