Noche de
penitencia
La Santa Vera Cruz cumple la ceremonia de la adoración y
jura disciplina en San Juan del Mercado
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J. A. G.
A las ocho de la tarde, el
alcalde caballero tomó el relevo. En la nueva Casa
Consistorial, arropado por los cofrades, recibió el
bastón de mando de manos del regidor de la ciudad.
Varían los escenarios. No tanto las costumbres, aunque
ya no recibe la Cofradía de la Santa Vera Cruz mil
maravedíes para que un hermano ore por la salud pública
de la villa bajo la fachada del Hospital de la Piedad.
Pero aún así los cofrades siguen acudiendo a buscar a
las autoridades para acompañarlas a San Juan del
Mercado. |
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En el interior de la iglesia el
resplandor titileante de las lámparas genera sombras de
cofrades sobre el ocre sepia de las paredes. También se
proyecta el perfil de la cruz. Un Jueves Santo más se
cumplió anoche la ceremonia de la Adoración, símbolo de
penitencia franciscana. Los cofrades juraron disciplina
tras el advenimiento del sermón del capellán.
Morados y negros se confundían a las puertas de San Juan
entre blancos, rojos y amarillos, bajo un manto lumínico
limonáceo. Es un hábito que la procesión de la Santa
Vera Cruz lleve por delante el paso de los Hermanos del
Silencio y Jesús Nazareno. Entre ellos procesiona La
Cruz, símbolo de la Cofradía titular. Sigue el paso de
Jesús Nazareno ofreciendo una imagen de postración y
mirada cabizbaja. También escoltan La Oración en el
Huerto, obra de Pío Mollar, y símbolo de la resignación
y la angustia.
Es esta una procesión de penitencia arraigada en la
orden mendicante de San Francisco, que ya no tiene
convento en Benavente. Pervive la doctrina de exaltación
de la cruz con la que se creó la cofradía. En el centro
de esa marcha de expiación pasan los hermanos cofrades
de la Santa Vera Cruz arropando El Judío del Clavo. La
imagen acaba de regresar de Madrid. Ha estado expuesta
junto a las mejores imágenes de Zamora y de la
provincia.
Lo llaman también Paso Redopelo o de La Desnudez. En el
lugar de la crucifixión los sayones, con ojos
desorbitados y gesto fiero, se aprestan a cumplir con su
cometido. El Cristo, atadas las manos, ofrece una imagen
humana en contraste con la crueldad de la escena. Dicen
que los niños esperan siempre el paso de esta imagen por
su fama de temible. Anoche también.
Tras salir a Obispo Regueras, la cofradía hermana, Santo
Entierro, y las Damas de la Luz, cierran la procesión
junto a la Virgen de la Soledad. La imagen reza ante la
cruz constatando uno de los siete dolores.
No varió ayer el recorrido. La procesión extendió su
hilera larga por la estrechez de Obispo Regueras, bordeó
Santa María la Mayor y enfiló hacía La Rúa. Las obras no
impidieron que la comitiva procesional siguiera hacia
Núñez Granés y encarará la pendiente de Gonzalo Silvela.
Es tradición que la procesión culmine en la que fue sede
franciscana, primero el convento hoy desaparecido, luego
en el Hospital de la Piedad. En menor medida los
benaventanos siguieron hasta allí la procesión, que cada
año concita el interés de mayor público foráneo.
La entrada de la noche trajo de la mano el Viernes
Santo. A las ocho menos cuarto de hoy el cuerno tendrá
que comenzar a sonar para anunciar la procesión de El
Encuentro. Los nazarenos ocuparán posiciones en Santa
María antes de que Jesús y la Dolorosa emprendan su
camino de separación y reencuentro bajo el canto atávico
de La Salve.
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