LA
CUESTIÓN LITÚRGICA
ALBERTO GARCÍA SOTO
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Muchas veces
reducimos esta cuestión a una mera referencia a unas
formas, entendidas por algunos como secundarias,
producto de un barroco superficial que poco tiene
que ver con el contenido “espiritual”, cuando no
representa para muchos un obstáculo. Pero cuanto más
hemos ahondado en la pérdida de signos, cuanto más
hemos despreciado la ritualidad pretendiendo una fe
pura desnuda de cualquier solemnidad en pro de una
vivencia más directa, la fe se ha ido apagando como
una llama sin oxígeno. El ser humano es un ser
simbólico, es imposible entenderlo sin ellos. Pero
la liturgia no es cuestión exclusiva de hombres, es
también cuestión de Dios. Él se manifiesta a través
de estos ritos, en ellos desborda su gracia. Los
sacramentos, instituidos por el mismo Jesucristo,
son un don para la Iglesia, la cual los atesora y
administra. Pero al margen de estos, cuya
celebración está bien desarrollada en los diferentes
libros litúrgicos, la Iglesia recoge otras
tradiciones que también deben guardar coherencia con
la liturgia.
Es un aspecto que
debería ser esencial en nuestras cofradías, las
cuales se deben sentir impelidas por las normas
litúrgicas y seguirlas de la forma más exacta
posible. De forma ineludible en la celebración de
los sacramentos, pero también en las procesiones y
en el resto de celebraciones tradicionales o
populares. En cada Semana Santa no solo conmemoramos
un hecho acontecido hace siglos, sino que lo
celebramos, enmarcado en una tradición que lo
enriquece, pero no que lo supedita. Por ello es tan
importante asumir todo un conjunto de símbolos que
extienden la celebración de los templos en la calle,
expresando una continuidad lógica que manifiesta la
unidad de la Iglesia, la predicación del mensaje
cristiano y la llamada a la conversión de todos.
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San Antonio Abad - Zamora |
Cristo de Valderrey - Zamora |
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Comencemos por un
inicio básico: una procesión debe iniciarse con la
Cruz, signo de Cristo, que precede a su Iglesia
peregrina. ¿Y qué es una procesión sino una
peregrinación? A su cabeza Cristo, que abre camino,
el primogénito de todos los hijos de Dios que le
siguen iluminando con sus cirios, acompañando con
sus varas, cargando las imágenes o simplemente
bisbiseando una oración desde la acera. Y la Cruz
mejor con Cristo crucificado, haciendo evidente que
Él entregó su vida por nosotros, no reduciéndolo a
un mero cruce de líneas con algún adorno secundario.
Algo tan básico es en ocasiones omitido en algunas
procesiones, conformándose con empezarla con una
bandera o con otro tipo de símbolo. La Cruz
Parroquial sería la mejor elección para iniciar la
procesión, pero en ocasiones las hermandades tienen
cruces propias. También actualmente se ha puesto de
moda lo que podemos denominar las cruces guías, moda
sevillana del siglo pasado que acabó extendiéndose a
la mayor parte de las cofradías de la ciudad,
consistente en una cruz de grandes dimensiones
llevada por un cofrade, asociada más en nuestra
geografía con las cruces de penitencia. Incluso en
este caso, la Cruz Parroquial sigue presente en los
cortejos sevillanos, abriendo habitualmente el tramo
de la Virgen. La Cruz o la imagen pueden ir
acompañadas por ciriales o faroles portados por
acólitos que resalten la importancia del mismo, al
igual que por el incienso, como las procesiones
litúrgicas del templo. En nuestras cofradías no
deberíamos temer estas muestras de respeto y
veneración, por un falso miedo a un barroquismo que
es en su esencia la base de nuestra actual
religiosidad popular. |
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Hermandad de los Panaderos - Sevilla |
Hermandad de la Divina Pastora de Santa Marina
Sevilla |
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Desde la Cruz hasta
el paso suelen ir una serie de elementos
procesionales o insignias que van profundizando en
el significado de la procesión, en la devoción o
advocación a la que especialmente está dedicada la
hermandad; en otras ocasiones se pretende que el
público rece con la misma procesión al portar Vía
Crucis o estandartes con las Siete Palabras, es
decir, en definitiva que los observadores participen
también en la oración colectiva de dicha hermandad
en la calle. Siempre tenemos presente los dos fines
principales de una procesión: la oración-alabanza y
la pedagogía, rezar y enseñar, orar y predicar. Aquí
podemos tener ejemplos de abuso pero también de
pobreza: bien por añadir elementos sin sentido o
significado alguno con el único criterio de
incorporar cosas, o bien simplemente por una mal
entendida humildad, caer en la simpleza.
Generalmente
encontramos estandartes con las imágenes titulares
de la hermandad, criterio que tiene sentido cuando
se participa en una procesión donde no se haya
presenta dicha imagen o cuando representa por sí
misma un símbolo, pero que puede ser repetitivo si
antecede la talla que representa, pues resulta una
reiteración. Portar, como ya hemos dicho,
estandartes con citas del Evangelio, con imágenes
del Vía Crucis, del Rosario, de la Corona Dolorosa o
de otros ejercicios de piedad, enriquecen el sentido
de la procesión. Igualmente guiones o estandartes
referidos a la Eucaristía o a los santos incide en
el sentido religioso. Puede también haber
referencias a la misma cofradía, como el guión o
estandarte corporativo, o algún acontecimiento
histórico de la propia hermandad (coronación
canónica, votos, aprobación de reglas, milagros…etc),
siempre que ello complemente y no eclipse el sentido
religioso de la misma.
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Hermandad de la Vera Cruz - Sevilla |
Semana Santa en Benavente |
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Lo esencial es que
tenga sentido y que sea concebido como una unidad,
que desde la Cruz a la imagen titular el observador
encuentre un mensaje que le permita orar,
interiorizar su contenido, que le prepare para el
encuentro con el Señor ante la imagen que de forma
más contundente le haga sentirse en la presencia de
la divinidad. Cuando esto no se cumple, cuando se
incorporan elementos procesionales sin criterio
alguno, no solo ya artístico, sino también
religioso, cuando a la hermandad le quema el dinero
entre las manos o bien solo quiere introducir cosas
para ser cargadas o para que los cofrades las
porten, el resultado suele ser nefasto y la
impresión generalizada es que se lleva simple
chatarra.
Todo ello nos hace
llegar a la imagen sagrada, que no es un ídolo,
porque no es un dios, sino una representación, que
mediante la bendición se suplica la intervención de
Dios para que sea instrumento de su gracia. Nos
ayudan a meditar, a orar, a pedir la intercesión de
los santos, a hacer realidad lo que representa la
imagen, a conformarnos a Cristo. Por eso se le
tributa reverencia, se la porta en andas llevadas
con respeto y veneración. Adornadas con flores,
alumbradas con cirios, vestidas con ricas telas o
bien mostrando su tallado, nos interpelan para
acercarnos a Dios. Pueden intentar ser más o menos
realistas, al narrar hechos como la Pasión del
Señor, o ser más bien de tipo devocional, algo
idealizado, imágenes que en solitario se refieren a
santos o al mismo Cristo. Pero siempre hacen
referencia a algo que les supera por naturaleza, las
imágenes no son un absoluto, su dignidad proviene de
algo mayor que ellas.
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Cofradía de la Virgen del Yermo - Zamora |
Cofradía de Ntra. Señora de San Lorenzo - Valladolid |
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Y por último, bien
antes o después del paso, la representación de la
hermandad o hermandades, así como el sacerdote.
Ambas representan a la Iglesia en sus diferentes
grados: el sacerdote o preste, presidiendo al pueblo
en nombre de Cristo, y la Junta de la Hermandad, los
hermanos mayores que encabezan la comunidad,
nombrados por el Obispo para dirigir esa porción
del pueblo de Dios. Las autoridades civiles son algo
secundario, presentes por tradición, en referencia a
un pasado de siglos donde la rama civil era también
católica y se entendía dentro de la comprensión
cristiana de la sociedad, cosa que no sucede ahora.
Todo debe tener su
por qué, su sentido, manifestando una clara armonía
entre la estética y su significado. Aunque todos o
casi todos los gustos puedan tener cabida, las
procesiones deben ir más allá y deben manifestar una
coherencia digna de lo que en verdad son: el anuncio
de Cristo, sea en su Pasión o en sus Santos. La
belleza, la verdad y la bondad, por su propia
naturaleza, nos acercan a Dios, y así deben lucir
nuestras procesiones. |
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Alberto García Soto
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